Acción frenética que deja promesas en el aire
Resulta que, escribiendo esta review, aprendí que un bumerán puede tener multitud de formas. En particular hay uno que desconocía: los que parecen estrellas ninjas gigantes (o más bien forman una “x”). Este tipo es el que usamos en Boomerang X, desarrollado por DANG! y publicado por Devolver Digital en PC y Switch. ¡Y este es todo el trasfondo que necesitan para comenzar a jugar!
Por supuesto, está claro que lo importante de este título es su jugabilidad y no su trasfondo. Para que se den una idea, ya no recuerdo ni cómo ni bajo qué circunstancias nos hacemos con el arma que da nombre al juego.
Así, Boomerang X va a los bifes de una, sin mucha contemplación ¿Trama? ¡Bien, gracias! En resumen, naufragamos en una isla que en la antigüedad era habitada por ¿hormigas? humanoides. Mientras la recorremos, limpiamos arenas llenas de enemigos, nos topamos con un gusano que nos cuenta unas movidas raras sobre unos cristales, más arenas de combate, vuelve el gusanito parlante para avisar que el final está cerca y… ¡Sanseacabó!
A pesar de que la historia es livianita, sabemos que lo atractivo de Boomerang X es el gameplay. Imaginemos el ritmo de DOOM Eternal con el slow motion de SUPERHOT, al tiempo que nos movemos muy rápido en el aire.
Aquí se agrega una maniobra muy loca y mágica: si arrojamos el bumerán, podemos optar entre esperar a que regrese o impulsar nuestro cuerpo hacia él. Entre cada disparo, contamos con un breve momento de “focus”, donde la acción se ralentiza y nos da tiempo a decidir nuestro propio movimiento.
Así, pasamos la mayor parte del tiempo en el aire yendo de acá a allá, tocando el piso lo menos posible. Nuestro arsenal se completa con habilidades que se activan a medida que eliminamos enemigos: lluvia de shurikens que extermina lo que se encuentra a corta distancia, un disparo en forma de aguja que recuerda al railgun de Quake 3 Arena y un aterrizaje explosivo que pulveriza todo alrededor.
De esta forma, para cada mecánica nueva se nos introduce a un breve mini-tutorial y un encuentro que nos obliga a usar el truco adquirido. Como para estar seguros de que entendimos cómo funciona ¿Capisce?
Si bien Boomerang X —con su acción frenética y sin pausa— engancha rápido, sus problemas no demoran en hacerse visibles. Ya por la mitad del juego, nos damos cuenta de que los enemigos y sus rutinas no son demasiado variadas. Los podemos clasificar en dos tipos: los que se limitan a perseguirnos por la arena y los que invocan más enemigos.
Aún así, cada tanto el juego nos arroja enemigos más grandes con algún ataque especial, pero nada del otro mundo. En otras palabras, el juego se queda sin otra cosa que ofrecer más que interminables olas de enemigos para intentar doblegarnos.
A pesar de ello, casi al final del juego, tenemos una batalla épica, con mecánicas novedosas y que se sienten como una bocanada de aire fresco. Pero no pudimos evitar la gran decepción al caer en cuenta de que estábamos ante el jefe final.
Una vez finalizado el juego desbloqueamos un modo new game plus, donde comenzamos de cero pero con todas las habilidades desbloqueadas. El primer run no nos llevó poco más de 3 horas, con lo cual nos llama la atención que no haya otros modos ¿Horda? ¿Survival? No solo nos suenan a oportunidades desaprovechadas, sino que hubieran sido buenas maneras de estirar un contenido que se hace escueto.
Para ir cerrando, podemos hablar de la muy buena composición musical, de tono oriental. A pesar de la calidad, tenemos que decir que por momentos se siente “desenganchada” del frenético ritmo del juego. Hicimos un experimento poco ortodoxo: muteamos el soundtrack y pusimos de fondo el de DOOM Eternal. Así, todo se sintió más intenso y congruente.Está claro, no todo tiene que ser metal de guitarras graves y sintetizadores a lo Rammstein. Ape Out, por ejemplo, recurre a pistas de free jazz que maridan excelente con la violencia del juego. Eso mismo le falta a Boomerang X y es un aspecto que puede mejorarse.
Como conclusión, nos apena que Boomerang X se quede a mitad de camino. Sin embargo, como dijo el difunto Maradona: “lástima a nadie, hermano”. Si son fanáticos de este tipo de propuestas denle para adelante. Pero tenemos que advertir que —según nuestro criterio— no vale los $899 pesos argentinos (más impuestos) que sale al momento de esta nota. Es un juego decente, pero sin duda uno de esos que necesitan de un descuento sabrosón y violento.